Es difícil escribir
un artículo de opinión sin rabia o alegría. O todo a la vez. Es difícil tener
una opinión sin tener emociones. Es probable que ante un artículo de opinión te
encuentres solo. Es probable que ante una obra de arte te encuentres solo.
Porque el consumo de arte se da a cada momento. Es probable que un creador no
sepa que es artista. Es más fácil ser poeta que ser poesía. En este mundo es más
fácil ser artista que ser obra de arte.
No entiendo como
evolución vertical la del arte contemporáneo. Ni siquiera podemos concebirla como
un esquema horizontal. La evolución del arte contemporáneo me recuerda a una
sucesión de espejos, uno frente a otro, y así, en la que el espectador se
encuentra en pleno centro. Y ahí están frente a ti La Fuente de Duchamp,
Marilyn sonriendo y Warhol preguntándose si aquello era el fin del principio,
qué culpa tuvo la caca de ser de Manzoni y más pobre aún el tiburón que nunca
quiso ser famoso y menos por el formol. Entiendo cómo evolución del arte
contemporáneo una sucesión de sucesores, demostrándole a su generación que no
todo estaba escrito, incluso en el hecho de intentar demostrar lo contrario.
El arte contemporáneo
hoy es pasado y presente. Minimalismo, Povera, Conceptual, Pop Art, Op Art,
Happening, Performance, Instalaciones… De acuerdo, pongámosle nombre a aquello
que dota de sentido al Arte Contemporáneo, pero me niego a permitir poner
límites aquí y allá a algo que se tacha cómo arte. Y aquí entramos en la
infinita pregunta que hace que me cuestione si todos los caminos llevan a Roma
o si con Roma nos referimos a aquel lugar dónde sí saben qué es el arte.
Sinceramente, si esa
pregunta pudiese ser contestada, el arte en sí dejaría de existir. Se dejaría
de crear fuera de esa definición, se rompería con la diversidad. Se dejaría de
seguir el legado de Duchamp o Picasso ínfimamente. Volveríamos al lienzo
burgués que adoro de forma individual y odio como forma de dictadura del arte.
El público nunca
estuvo fuera de lugar. Se criminalizó la contemplación del arte desde la
ignorancia más absoluta. Pero se tomó como ignorancia la falta de conocimientos
sobre arte y no el desconocimiento de emociones. Siempre estuvimos ahí,
analfabetos del mundo, valorando aquello que otros creyeron hacerlo. Volcando
nuestras emociones sobre los lienzos, callando nuestras opiniones porque no
podían contener datos histórico-importantes. Reverte se atreve a llamar a
algunos artistas canta mañanas por crear con la intención de vender al
resguardo del absurdo. Me atrevo a llamar a Reverte ciudadano anormal, lo que
viene siendo, ciudadano fuera de la normalidad. ¿Se ha leído usted señor
Reverte?
Nunca fuimos
invisibles, solo nos invisibilizó la falta de agallas, de vocabulario a veces
para defender que esa obra nunca despertó nada en mí, pero a ella le desmontó
muchos esquemas. O que aquella obra nunca tuvo la obligación de despertar algo,
de contener un esfuerzo o dedicación en su creación, de mantener una línea, de
nada. Nunca tuvo la obligación de nada y se convirtió en arte. “La insoportable
levedad del ser” parece ser que no es tan insoportable al lado de la levedad
del arte. O sí. Y al fin y al cabo hemos hecho del arte una imagen y semejanza
de nuestra pequeña y absurda historia en el mundo.
Hay que leer mucho
pasado para escribir mucho futuro. Y un día se me ocurrió preguntar sobre la
palabra arte y me encontré con la contestación que nadie espera recibir: Arte
es el conjunto de la terminación verbal de la primera conjugación (Ar) junto
con el pronombre de la segunda persona (Te). Entonces me di cuenta de que la
culpa no fue de la contestación sino de la pregunta. Y creo que es este el
futuro que le espera al verdadero arte. Una sucesión de artistas que van a
luchar por mejorar sus preguntas en vez de imponer sus respuestas.
Alguien que aún no ha
nacido pondrá nombre a la corriente artística más importante del recién
comenzado s.XXI, pero concediéndome el lujo de escribir una posible tendencia
hacia la que vamos lo llamaré “Supra-realismo”, un arte sobrepasado de
información, un arte al alcance de todos los dispositivos. Un arte que se
disuelve entre la publicidad y el mercado.
Entiendo un futuro
para el arte lleno de críticas. De inconformismo. Lleno de soledad, porque
nosotros vamos hacia esa soledad. Hacia el individualismo multimedia. Entiendo
el futuro del arte como un refugio para aquellos que aún sientan la necesidad
de comprobar que hay alguien ahí fuera que sufre cono ellos. Que ama como
ellos. Que muere poco a poco como ellos y de ahí nacerá todo ese arte. Nos
dedicamos a criticar “Revertemente” la forma de nuestras actuales obras de
arte, cuando lo que debe implicarnos una opinión es la naturaleza del sentimiento
del que surge dicha obra. Y si no lo conocemos, querido espectador, crea uno de
repuesto. Crea tú sobre la obra. Disfruta contemplando absurdos. Creo que
deberíamos ir hacia ese paracaídas.
No voy a dejar de
escribir sin antes reflejar mi absoluta enhorabuena hacia la capacidad que ha
tenido el arte para elevar a la publicidad hacia lo más alto. Sin arte habría
sido imposible crear y aportar tanto al mundo comunicativo.
No es imposible que
renazca un Manzoni dentro de veinte años alzando el grito contra el absurdo. No
es imposible que renazca un Picasso dentro de cuarenta años alzando el grito
contra la coherencia. No es imposible que volvamos a repetir la historia porque
el ser humano ha demostrado ser lo que fue, durante toda su historia.
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